La ermita, que alberga a la Virgen es el punto de referencia por excelencia para dar comienzo a nuestra ruta; ruta que en este caso no se adentra de lleno en la Sierra de Ortigas como quizás algunos puedan imaginar y de la cual hablaremos en otra ocasión, sino que es una ruta paralela a la misma con fácil acceso para todos.
El Cordel de Sevilla es el primer camino a tomar. Este, que empieza subiendo por una empinada aunque sencilla cuesta que comienza en la ermita, es un antiguo cordel de ganado donde la diversidad vegetativa juega un papel importante caracterizado por retamas, ahulagas o cardos entre el canto de gorriones, alondras o cogujadas entre otros.
Suelo cuarcítico por la cercanía de la Sierra de Ortigas se encuentra por doquier, encontrándose la característica peculiar en la zona de la Serrezuela donde por el contrario el granito difiere notablemente. Aquí en estas cercanías, es donde se encuentra el pozo y fuente del cordel, surgencia natural frecuente a los pies de la sierra, especialmente cuando hay pedreras.
Ya descendiendo y pasando por cortijos singulares del lugar, la mirada se fija en el relieve orográfico que se encuentra más al sur, donde las sierras de la Bóveda, la Lapa, la Trancha, la Víbora y la Utrera dominan la zona.
En esta zona, un gigantesco pino piñonero es el ejemplar predominante junto a varios eucaliptos, siendo los olmos del camino y la palmera los que nos permiten descubrir las huertas del entorno, lugar donde aparecen plantas aromáticas como el poleo, la menta o el orégano junto a una buena muestra de especies arbóreas muchas de ellas frutales como es el caso del nogal, caqui, níspero, higuera, granado, almendro e incluso algún olivo de hace años. En este enclave la característica peculiar se encuentra en la washintonia y una llamativa morera pendular, restos de lo que debió ser antiguamente un magnífico jardín o huerto compuesto por exuberantes árboles.
En este camino el berrocal granítico hace presencia de nuevo, modelando el paisaje un conjunto de bolos graníticos, que por efecto de la erosión han adquirido muchas veces formas caprichosas las cuales algunos comparan con figuras de animales o con cosas conocidas. Allí una bonita dehesa de encinas aparece de repente, siendo el color amarillento que presenta algunas veces la copa de éstas y esa multitud de flores multicolores que conforman la campiña el factor primordial en el que la avifauna representa con policromos abejarucos, urracas, perdices, abubillas y numerosas rapaces el complemento idóneo de tan maravilloso paisaje.Pero el río está próximo y nunca mejor dicho para visitarlo que a través de la Vereda Jabeña, bonito camino en el que la vegetación sigue aún presente con su riqueza entre la que podemos encontrar espárragos, achicorias...
El río Ortigas debió tener, hace no muchos años, a ambos lados de su cauce una banda de vegetación compuesta por especies muy particulares, árboles y arbustos capaces por un lado de vivir con sus raíces enterradas en un suelo permanentemente encharcado y, por otro de soportar las crecidas estacionales própias de los ríos de nuestras latitudes. Hoy día, aún pueden contemplarse en él magníficos ejemplares de fresnos, sauces y chopos junto a otras especies de matorral como son las adelfas, tamujas, atarfes, juncos y zarzales.
Doña Blanca, espacio natural perteneciente al Ayuntamiento de Don Benito es una finca situada estratégicamente sobre una loma en las cercanías del río Ortiga, desde la cual se puede disfrutar de magníficas vistas. En su terreno, aparte de encontrarse numerosos enterramientos de culturas diferentes excavados en la roca, existe la posibilidad de disfrutar del area recreativa con que está equipada.
Abandonando ya Doña Blanca, encontramos antiguos olivos que han sido trasplantados tanto en la confluencia del camino de esta finca como en el Camino de los Bellacos. En este espacio, considerado auténtico subebaja al encontrarse sobre terrenos arenosos procedentes de la degradación del granito, se puede encontrar líquenes y musgos donde entre ellos aparece la dedalera, la linaria amarilla, la escoba o retama y el cantueso. Aves como las terreras, bisbitas, cogujadas y alondras, informan en este lugar de la cercanía de las cromáticas llanuras cerealistas.
Terminando ya nuestro recorrido, el Camino de los Bellacos es el que nos conduce hasta la carretera. Colores interrumpidos por las rojas amapolas, moradas achicorias y cardos rosas y amarillos, visten ese jalonado espacio donde algunos árboles ornamentales también hacen presencia. Desde aquí un pozo rematado en cantería sobre ladrillos en las cercanías del arroyo, al fondo la sierra y en el horizonte los bellos Castillos tanto de Magacela como de Medellín, son las últimas imágenes que podemos apreciar antes de llegar a la localidad.Altitud 300-600 MTS
Distancia 23,8 Kms
dificultad Baja




